La Última Cena

Quizá la Última Cena represente, para los cristianos, uno de los hechos más trascendentes de la vida de Jesús, ya que en ella transformó el pan y el vino en su cuerpo y sangre, confirmó la Iglesia e instituyó el orden sacerdotal.

Pero, a su vez, encierra el mayor de los misterios, por cuanto dependerá de quiénes compartieron la cena con Cristo, para saber si su ofrenda, de perpetuar la consagración del pan y del vino, alcanzaba más que a los doce apóstoles.

Amén de éstos, debieron participar los demás discípulos, incluidas las mujeres, como era costumbre entre los judíos, ya que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle (Mateos 27-55 y Lucas 8-1) y que, de haber sido así, ellas también recibirían el orden sacerdotal, ante el mandato de Cristo de "haced esto en recuerdo mío" (Lucas 22-19).

Los evangelistas, al narrar los preparativos de la Cena Pascual, refieren: Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: Id a la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua, seguidle y allí donde entre decid al dueño de la casa: "El Maestro dice: ¿dónde está mi sala donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?" . El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros. Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua. Y al atardecer llega él con los doce (Marcos 14-13, 17 y Lucas 22-10, 13).

El hecho de que se hayan adelantado dos discípulos, para los preparativos, y que después llegara Cristo con los doce apóstoles, denota que los discípulos también compartieron la Cena Pascual.

Además, una sala grande, ya dispuesta y preparada, debió servir para cenar muchos más que trece personas, sobre todo porque, en ese entonces, se comía recostándose sobre alfombras y almohadones, alrededor de mesas que no superarían los 30 cmts.

Para algunos, el evangelio de Juan aportaría un detalle interesante sobre el tema, al decir que "Judas, no el Iscariote" (Juan 14 - 22), le hizo una pregunta a Jesús; incluyendo así en la cena, a un discípulo, que no era apóstol. Aunque, podría tratase de Judas Tadeo, el apóstol, primo de Jesús, que se lo mencionara como Tadeo (Mateos 10-3 y Marcos 3-18) o Judas de Santiago (Apóstoles 1-13), y quién, según algunas recopilaciones, sería el novio de las Bodas de Caná (Juan 1 - 2).

Cuando Cristo dijo: "Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo" y "Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato" (Marcos 14-18, 20), se refería a los selectos, sino hubiera dicho "uno de ustedes", por eso el resto de los discípulos debió compartir la cena, aunque no la mesa del Señor.

Acabada la cena Judas, a fin de entregarlo, besó a Cristo (Marcos 14-44, 45), ¿para que lo reconocieran sólo entre los doce?; lo más probable es que lo besara para que lo detectaran entre todos sus discípulos.

¿Acaso los discípulos de Emaús no reconocieron a Cristo resucitado cuando "tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se los dio"? y si solían comer con Cristo, debieron estar en la Cena Pascual, aunque no fueran de los doce apóstoles, ya que "levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los once y a los que estaban con ellos". (Lucas 24-30, 35).

A uno de estos discípulos se lo llama Cleofás y, el otro, según algunos exégetas, podría tratarse de su esposa, ya que se alojarían en su propia casa, como para invitar a Jesús a cenar y pasar la noche con ellos, pudiendo ser la misma María de Cleofás, que refiere Juan como junto a la Virgen María, al pie de la cruz de Cristo (Juan 19-25).

Después de la ascensión de Jesús los discípulos volvieron a Jerusalén, subieron a un piso alto, que debió ser el mismo de la última cena, y perseveraron en oración con algunas mujeres, entre ellas María la madre de Jesús, hasta que Pedro, levantándose entre sus hermanos, que eran 120, dispuso la elección del reemplazante de Judas (Apóstoles 1-13, 15).

Dijo entonces, tenemos, pues, que escoger a un hombre de entre los que anduvieron con nosotros durante todo el tiempo en que el Señor Jesús actuó en medio de nosotros, desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue llevado de nuestro lado. Uno de ellos deberá ser, junto con nosotros, testigo de su resurrección y presentaron a dos: a José, llamado Barsabás, por sobrenombre Justo, y a Matías (Apóstoles 1- 21, 23).

De aquí surge evidente que, si todos los discípulos, incluidas las mujeres, se volvieron a reunir en Jerusalén, es porque allí estuvieron cuando Cristo celebró la Pascua, como los dos discípulos propuestos para reemplazar a Judas, ya que lo acompañaran a Jesús durante todo el tiempo.

Por último, la Beata Ana C. Emmerich, en proceso de canonización, en sus revelaciones sobre la Última Cena de Jesús, dice: "Jesús y los suyos comieron el cordero pascual en el Cenáculo, divididos en tres Grupos: el Salvador con los doce Apóstoles en la sala del Cenáculo; Natanael con otros doce discípulos en una de las salas laterales; otros doce tenían a su cabeza a Eliazim, hijo de Cleofás y de María, hija de Helí: había sido discípulo de San Juan Bautista. Se mataron para ellos tres corderos en el templo. Había allí un cuarto cordero, que fue sacrificado en el Cenáculo: éste es el que comió Jesús con los Apóstoles". Este documento no prueba por emanar de una beata, o mejor dicho de su publicista Clemens Brentano, sino por devenir de un evangelio apócrifo, de los que se ha valido y que, no por ello, significa que fuere "falso" sino, más bien, "dudoso".

Resulta entonces que, de la última cena, debieron participar casi todos los discípulos de Cristo, y entre ellos las mujeres que, como María, habrían sido habilitadas para ejercer el incipiente ministerio sacerdotal.

Por ello, el Papa Francisco, debiera pronunciarse respecto de la Carta Apostólica “Ordinatio Sacerdotalis” de Juan Pablo II, del 22 de mayo de 1994, en cuanto refiere que: ”la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. (ver  https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_letters/1994/documents/hf_jp-ii_apl_19940522_ordinatio-sacerdotalis.html